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Otra promesa incumplida de cerrar Guantánamo la prisión

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Estuve recluido en el Centro de Detención de Guantánamo durante 14 años sin que me acusaran de ningún delito. Me enviaron allí cuando tenía 19 años. No sabía por qué me encarcelaron, qué había hecho para estar encarcelado o cuándo me liberarían.

Como muchas otras personas en Guantánamo, creía que las fuerzas estadounidenses que me retenían estarían a la altura de sus propios ideales de ley y justicia y me darían el derecho a defenderme y demostrar mi inocencia. Eso nunca sucedió.

En cambio, fui sometido a torturas y acoso constante. Luché por un trato humano y por los derechos humanos básicos y fui liberado después de 14 años. Durante mi encarcelamiento, imaginé que algún día el mundo sabría lo que nos pasó y exigiría responsabilidad y justicia. Pensé que una vez que la gente se enterara cerrarían este patético lugar.

Han pasado casi nueve años desde su lanzamiento. Durante todo este tiempo, nunca dejé de escribir y dar entrevistas sobre lo que me pasó. El mundo sabe, y todavía lo sabe, que Guantánamo sigue funcionando.

A principios de este mes celebramos el 23º aniversario de su creación. Hoy es el último día en el cargo de otro presidente estadounidense que prometió detenerlo y no lo hizo. Después de todos los informes, reportajes de los medios, documentales, libros, etc. de la ONU y de varias organizaciones de derechos humanos, ¿por qué sigue en pie este símbolo de injusticia?

Guantánamo se estableció después del 11 de septiembre, un acontecimiento trágico que sacudió profundamente al mundo. A raíz de esto, Estados Unidos lanzó la llamada «guerra contra el terrorismo» global, una campaña destinada a combatir el terrorismo pero que en realidad legalizó la tortura, socavó el derecho internacional y deshumanizó a toda una comunidad religiosa.

Ubicado en la isla de Cuba, fuera de la jurisdicción legal de Estados Unidos, el centro de detención de Guantánamo fue diseñado deliberadamente para violar protecciones constitucionales y normas internacionales, permitiendo que los detenidos permanezcan retenidos indefinidamente sin cargos ni juicio.

El concepto de detención indefinida es una afrenta directa a los principios de justicia. Detener a personas sin cargos ni juicio socava los cimientos del sistema jurídico mundial. Niega a los prisioneros la oportunidad de defenderse y les hace sufrir durante años -a veces décadas- sin solución.

Guantánamo se ha convertido en un modelo para las detenciones extrajudiciales, la tortura y otras formas de abusos contra los derechos humanos en todo el mundo. El legado de las prisiones es evidente en la proliferación de los sitios negros de la CIA, la normalización de la islamofobia y la erosión de las normas internacionales diseñadas para proteger la dignidad humana.

La guerra global contra el terrorismo –con Guantánamo como su símbolo más notorio– institucionaliza políticas que deshumanizan a los musulmanes. Alimentó la retórica islamófoba, justificó programas de vigilancia invasivos y estigmatizó a comunidades enteras como amenazas potenciales.

Estados Unidos abrió el camino en todo esto, y muchos estados siguieron su ejemplo, utilizando la retórica estadounidense de «guerra contra el terrorismo» para justificar ataques contra comunidades enteras. Las consecuencias han sido desastrosas para los musulmanes y otras comunidades vulnerables.

En su apogeo, Guantánamo retuvo aproximadamente a 680 hombres y niños, muchos de los cuales fueron vendidos repetidamente como «terroristas» a las fuerzas estadounidenses. Esto es lo que me pasó a mí.

Hasta la fecha hay 15 hombres en Guantánamo. A algunos se les ha autorizado su liberación, pero siguen en el limbo, prueba del fracaso del sistema estadounidense a la hora de defender incluso los derechos humanos más básicos. Para estos hombres, cada día es un continuo de dolor físico y mental, un estado que no es independiente ni formalmente cargado.

Hemos escuchado muchas promesas de que Guantánamo estará cerrado durante los últimos 16 años. El presidente estadounidense, Barack Obama, firmó una orden ejecutiva en su segundo día en el cargo en 2009 ordenando el cierre de la instalación. El entonces vicepresidente joe biden De pie junto a él estaba aplaudiendo. Cuando Biden asumió la presidencia en 2021, hizo la misma promesa y la rompió.

La prisión todavía funciona con un costo anual de alrededor de 540 millones de dólares.

La continuación del funcionamiento de Guantánamo no es sólo un fracaso político, sino una vergüenza moral para Estados Unidos. Se presenta como una contradicción flagrante de los ideales de libertad, justicia y derechos humanos que Estados Unidos dice defender. Su existencia socava la credibilidad de Estados Unidos en el escenario mundial y alienta a los regímenes autoritarios a justificar sus propios abusos.

Con cada aniversario de la apertura de Guantánamo, espero con ansias que la comunidad internacional despierte y exija medidas para cerrar la prisión militar, hacer justicia a sus víctimas y garantizar la rendición de cuentas de los responsables de su creación y perpetuación. Todos los años me siento decepcionado.

La prisión militar de Guantánamo es más que un crimen contra sus prisioneros y sus familias. Durante más de dos décadas, ha sido un símbolo de la tortura sistemática, la detención arbitraria y la debilidad del sistema global de derechos humanos. Guantánamo viola las Convenciones de Ginebra y encarna los elementos de crímenes contra la humanidad a través de su abuso sistemático de detenidos principalmente musulmanes.

Ahora que una nueva administración toma posesión en Washington, tengo para ellos el mismo mensaje que para sus predecesores:

Cerrar Guantánamo. Cerrar el centro y poner fin a la práctica de la detención indefinida.

asegurar la justicia. Liberar a los autorizados para el traslado y dar un juicio justo al resto.

Garantizar la rendición de cuentas. Investigar y responsabilizar a los responsables de autorizar torturas, detenciones extrajudiciales y otros abusos.

Admítelo y discúlpate. Emitir un reconocimiento formal y una disculpa por el mal cometido.

Pagar compensación. Pagar una indemnización a los ex presos.

Cerrar Guantánamo no es sólo cerrar un lugar físico; Se trata de cerrar un capítulo oscuro de la historia. Se trata de reafirmar los principios de justicia, dignidad y derechos humanos que todas las personas deben disfrutar, independientemente de sus orígenes o creencias. Seguramente Guantánamo nunca verá otro aniversario.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la posición editorial de Al Jazeera.

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